Desde tiempos inmemoriales el hombre tomó sus remedios de la naturaleza, y en acierto y error, fue descubriendo los beneficios de cada planta. Los encargados de esos conocimientos eran individuos pertenecientes al mismo clan, pero con cierta personalidad mística, lo que los hacía generadores de autoridad y credibilidad, que también servía para curar.

Hasta no hace más de tres décadas, lo que nos llegó de ese pasado de hechizo, brujería y misticismo, aún era patrimonio de algunos curanderos y aprendices de brujos, que todavía en el presente perdido por ahí alguno queda, y por tradición las “abuelas” y sus famosas recetas en lo que se refiere a las hierbas provenientes de la naturaleza eran las que tenían la voz cantante. Y por arte de magia, “las recetas de las abuelas” desaparecieron de la conciencia colectiva. Debió ser el ritmo de vida tan ajetreado, la modernización, la industrialización, la globalización, ó no sé qué otra “ción”…….en definitiva, ya nadie se acordaba de que para mejorar la memoria te hacían tomar todos los días una cucharada de levadura de cerveza, un poco de polen y una cucharada de lecitina de soja y para curar la afonía basta con comer un cuarto limón embadurnado en bicarbonato. Sí justamente el bicarbonato de sodio, ese elemento blanco que se encontraba en el botiquín de cualquier hogar y que además de servir para blanquear los dientes también es bueno para combatir la acidez estomacal. Y como eso infinidad de remedios caseros que han sido borrados de la cabeza de la gente, sin que nos diéramos cuenta.
Hemos ido adquiriendo nuevos hábitos, de tomar esto para aquello y tomar lo otro para lo otro y luego tener que ingerir otra cosa para contra restar el efecto negativo de los dos primeros. Y que esto no me hace bien y que lo otro me sienta fatal. Hasta decir basta y empezar a invocar las creencias populares redescubriendo los antiguos brebajes a base de hierbas y plantas naturales con tradición ancestral.
Esta revolución verde que está en marcha en todo el mundo reflejada en la creencia de que los remedios herborísticos son más seguros y menos dañinos para el cuerpo humano que los fármacos está , justamente basado en el hecho de que anteriormente todos los medicamentos se extraían de fuentes naturales.

Las hierbas deberán estar formuladas de tal manera que los profesionales de la salud puedan utilizar los productos con total confianza, sabiendo que las potencias son clínicamente relevantes y respaldadas por datos científicos. Lo importante son los principios activos de las plantas y hierbas. Para esto los laboratorios herborísticos deben desarrollar una fase de investigación, que en su gran mayoría la obvian, por su alto costo, que cuando la empresa carece de prestigio los hace inviables económicamente por su escasa producción. Esa fase de investigación sumada a procesos de extracción y estandarización es lo que aseguran que el producto sea bastante más potente que aquellos que sólo contienen planta entera pulverizada, siendo la estandarización el único proceso que garantiza una cantidad uniforme de principios activos.
Dentro de la planta los principios activos están encerrados en sus células y protegidos por una resistente pared celular. Para obtener los extractos se hierven las plantas rompiendo la pared celular y se liberan los principios activos que luego de secados se presentan en forma de tabletas, comprimidos ó cápsulas, que gracias a este proceso de estandarización tendrán la concentración necesaria de principios activos. Por eso al decidirse por utilizar complementos nutricionales de vitaminas, minerales y fitonutrientes, debemos observar, consultar, averiguar cómo se fabrican, de donde proviene la materia prima, quien las industrializa, que organismo de contralor las certifica y quién garantiza su distribución. Todo esto marca la diferencia entre productos herbarios que simplemente son hierba entera que ha sido secada y...